miércoles, 18 de agosto de 2010

Evaristo

El viento le golpeaba el alma mas adentro que sus propias penas, las nubes grises que cubrían la playa parecían haberle ocultado el sol solo para el, poco mas alla, en la orilla un grupo de niños jugaba a dejarse atrapar por las olas, Evaristo los miró con nostalgia, sentía el alma muerta, arrastrando el peso de los que solo esperan que el corazón les deje de latir, varias veces había intentado dejarse ahogar, pero cuando el peso de las culpas comenzaban a hundirle en las entrañas del Mar Caribe, una fuerza como de poseído se le amarraba al cuerpo y nadaba como un deseperado hasta la orilla, solo para echarse a llorar como un niño huérfano de mundo, huérfano de vida.



Se sabia solo, de nada valian ya las largas noches de calistenia, paciencia, viagra cuento y empuje con alguna de las carajitas que se dejaban llenar las entrañas de esperma marchita, solo para ganarse el derecho a un techo y un plato de comida habian dejado de satisfacerle del todo, ya no era lo mismo, ahora eran solo simples trofeos que mostraba a los viejos amigos, los que no se habian muerto o a los que ya no les importaba perdidos en el laberinto del alzheimer.



Se sentia vacio de rabia, se sentia sin excusas para culpar a nadie mas de sus actos, el y sólo el era quien debia cargar el peso de sus culpas, esa cruz que por años dejo en otros hombros, solo para limpiar lo que en el fondo el sabia era la verdad, tratando de esquivarla, escondiendosele en los rincones y quizas se habria hasta muerto toreando a su vida misma si el viejo Santana no le hubiese llevado al botiquin de La Estrella esa maldita tarde.



La primera impresión de Evaristo es que ya había estado en ese bar, sintió que las paredes intentaban decirle algo, pero ya era lo bastante viejo para hacerle caso a todo lo que se le venia a la mente, desde muy chiquito dejó de creer en diós y a lo largo de toda su vida habia librado mil batallas que le habian levantado una coraza que lo hacia practicamente blindado contra todo, se sabia viejo, eso estaba claro, 75 años son mas que suficientes para dejar de ser un carajito, pero todavía podía montar a una hembra, todavia podia recordar a casi todos sus amigos, al menos a los que aun tenian carne sobre los huesos, y casi podía ver completo un juego de beisbol si este era lo suficientemente interesante, simplemente con la piel curtida por el trofeo de los años, se podia decir que Evaristo le habia ganado a la vida.



Casi como un ciego caminando por una vereda conocida, adivinó que su puesto estaba en una mesa en la esquinita del fondo, escondido entre el tabaco y las putas, vió llegar al viejo Santana, mas agitado que de costumbre, venia con un muchacho, que tambien le parecio familiar, sonrió para sus adentros, Santana ya se habia puesto igual de viejo.



La llegada de Santana coincidió con la de las cervezas, frias, a punto de nieve, con velo de novia listas para ser desnudadas, el Viejo Santana apenas recuperaba el aliento y lejos de contar lo que tenia que decir se dejó que los pensamientos se tropezaran con las palabras y solo se le escucho murmurar – Evaristo... Te presento a un amigo.



Casi como por arte de magia, la musica y las voces del botiquin de la Estrella se ahogaron y se hizo el silencio absoluto, mientras Evaristo se ponia de pie vió que una puta desdentada en la esquina se reia a carcajadas mientras el Joven recíen llegado estrechaba su mano con la mano vieja y se presentaba con su nombre que sonó como un eco que provenia a su vez de la boca del viejo y casi al unisono se les escuchó decir...Mucho gusto. Evaristo Aguirre



Evaristo sintió que se le helaba la sangre, subitamente comprendió todo, reconocio en el joven Evaristo los rasgos de su misma sangre, la vida se había encargado de regresarle al mismo sitio donde 50 años antes un amigo comun le habia presentado a su padre.



El joven Evaristo, aun sorprendido frente al viejo del que alguna vez había escuchado hablar, logro secarse una lagrima que empezaba a bajar por su mejilla y alcanzó a decir – Abuelo...Te Perdono



Por fin se habia cerrado el circulo, el perdon puso fin a esa vieja maldición, parida de encuentros y desencuentros, de abandonos y de olvidos, al viejo Evaristo de una sola pedrada le habían quebrado toda las corazas y le habian devuelto todas sus culpas, las que durante años puso en las espaldas de otros, las que se nego a compartir y mientras el viejo se fundía con el joven en un abrazo con el cuerpo y con el alma la vieja puta desdentada de la esquina...seguia riendo.

jueves, 11 de febrero de 2010

El Perdon

Carmela nunca me perdonará tanto olvido, prometo encontrarme con ella en el mismo bar, a la misma hora a mojar recuerdos e imaginar futuros...