sábado, 23 de agosto de 2008

Carmela

El repique constante del celular se metió en su mente sacándola lentamente de un tupido bosque de robles en algún punto geográfico de lo que debía ser Connecticut, interrumpiendo la incomprensible trama de un plácido sueño.

Ducharse con agua helada era una costumbre heredada a su madre, especialmente los sábados por la mañana, le gustaba la sensación de sus senos endureciéndose bajo la regadera, sin embargo; la presencia de Carmela le anticipaba que sus sensuales rutinas higiénicas sabatinas no podrían concluirse como acostumbraba. Así, entre la tentación y la cortesía se decidió por la ultima y enrollando una toalla sobre sus pechos salió a preparar el café, al salir del baño aun Adela respondía a las insistentes preguntas de Braulio.

El camino a la playa se hizo muy corto, probablemente producto de la mezcla entre las inocentes historias de la vida “matrimonial” de Adela y las impresionantes vistas del mar Caribe besándose con las montañas e islas de Mochima.

Adela habló, cantó, recordó, lloró, declamó, en una especie de monologo así como si tuviera veinte años sin hablar presa en lo más alto de una torre. ¡Quizás asimismo hablo Rapunzel después de que la rescataron! rió para sus adentros Carmela, que veía como el encanto y la camaradería con su prima iba a terminar en convertirse nuevamente en una terapia matrimonial.

-¡ Marica, tu lo que necesitas es pegarle un buen par de cachos a ese marido tuyo! Recordó decir al girar a la derecha rumbo a Rio Caribe, esperando encontrar un buen restaurante antes de que el whisky desencadenara su letal efecto. ..Era Tarde para eso.

Al llegar, Carmela saltó del carro, sentía una muy especial atracción a la vieja Puy Puy. Estaba convencida que una vida había sido tortuga y volvió a las orillas de esa playa por 253 años seguidos, unas veces a desovar, otras a mirar solo por diversión, de esa vida nació su afán voyeurista viendo a sus congéneres reproducirse por mas de cuatro generaciones, allí era donde sentía que había nacido y hasta en más de una ocasión pensó en ir a morir allí, trasladando el significado del México Lindo y Querido por si no te vuelvo a ver, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí…

Era en esa playa que pensaba cuando caminaba rumbo al café de la Rue Sainte Anne en Quebec antes de entregársele a Sebastien, su inocente y puro amor del frio norte de las riveras del Saint Laurent.